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¿Piel sensible o sensibilizada? Conoce las diferencias.
Más de la mitad de la población afirma tener la piel sensible. Sin embargo, una gran parte está equivocada, no tienen la piel sensible sino sensibilizada y aunque ambas palabras se parezcan no son exactamente lo mismo.
Por Dra. Ana Laja García Farmacéutica y Nutricionista
¿Qué es la piel sensible?
Aunque no existe consenso, la piel sensible podría definirse como aquella que reacciona de manera exagerada (más fuerte o más rápidamente) a un factor externo o interno que generalmente es bien tolerado por una piel normal.
Las pieles sensibles tienen los siguientes aspectos en común:
· Son pieles muy secas con bajo contenido en grasas en las que la función barrera está alterada. Esta condición hace que la piel sea mucho más vulnerable a los agentes externos. Además, la alteración de la función barrera favorece un aumento en la permeabilidad del estrato córneo, lo que tiene un doble efecto negativo, ya que por un lado aumenta la pérdida de agua transepidérmica y por otro permite la entrada de más agentes patógenos.
· Es frecuente que padezcan otras alteraciones/enfermedades de la piel como rosácea, acné, vitíligo, dermatitis atópica…
· Es más frecuente en mujeres jóvenes y en fototipos claros (I y II).
Los signos y síntomas más comunes son: picazón, ardor, escozor, enrojecimiento, sensación de tirantez, descamación e incluso dolor. El origen de la piel sensible es incierto aunque se piensa que tiene un componente hereditario.
Qué diferencia a una piel sensible de una piel sensibilizada?
Todos los aspectos previamente mencionados ocurren también en la piel sensibilizada. Sin embargo, en esta el origen del problema siempre es un factor externo y ocurre de forma temporal, de tal forma que, controlando dichos factores y estableciendo una rutina cosmética adecuada la piel puede volver a la normalidad.
Cuidado de la piel sensible y sensibilizada
Tanto si tienes la piel sensible como si la tienes sensibilizada estas son las medidas que debes tomar:
1. Incluye cremas que hidraten tu piel en profundidad y refuercen tu función barrera. Los activos que debes buscar en tus cremas son: ceramidas, colesterol, ácidos grasos, ácido hialurónico o niacinamida entre otros.
2. Incluye cosméticos que contengan activos calmantes como el pantenol (provitamina B5), extracto de tomillo y pepino, caléndula, centella asiática…
3. Utiliza limpiadores suaves que respeten el pH de la piel (suelen ser más recomendables los limpiadores tipo emulsión o leche en lugar de los jabones). En casos extremos en los que el simple contacto con el agua provoque irritación, emplea limpiadores en seco que no requieran aclarado.
4. Evita cosméticos que contengan concentraciones elevadas de conservantes, surfacantes, perfumes y alcohol.
5. Evita los exfoliantes físicos tipo scrub y los químicos (alfahidroxiácidos). Si deseas exfoliar tu piel, emplea siempre exfoliantes enzimáticos como el ácido sulfónico, la papaína o la bromaleína.
6. Utiliza siempre protector solar (los filtros minerales son los mejor tolerados).
7. Evita frotar tu piel con toallas o discos desmaquillantes. Seca tu piel siempre a “toquecitos” y con suavidad.
8. Haz pequeños cambios en tu alimentación y estilo de vida: evita el alcohol, el tabaco, el café, las comidas picantes y la exposición directa al sol.