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Por mucho que nos guste el tono dorado que deja el sol en nuestra piel, sabemos que la exposición a la radiación solar conlleva una larga lista de efectos negativos, hasta el punto de ser considera la primera causa de envejecimiento prematuro de la piel. Por ello, no es de extrañar que la industria dermocosmética se haya empeñado, y mucho, en mejorar y perfeccionar el mundo de la fotoprotección ofreciéndonos una amplísima y muy interesante gama de productos. Sin embargo, la variedad es tal, que muchas veces no sabemos que es importante y que no lo es tanto, y cuales son los aspectos que de verdad deberíamos tener en cuenta a la hora de elegir nuestro fotoprotector ideal.

Lo primero a lo que debemos prestar atención es al factor de protección o SPF. Este símbolo nos indica el número de veces que el fotoprotector aumenta la capacidad de la piel para no quemarse. Un ejemplo práctico muy sencillo sería el siguiente: si al no aplicar protector solar te quemas a los 5 minutos, con un SPF 50 tardarías unos 250 minutos en quemarte. Pero ¡ojo! el SPF solo nos indica la protección frente a las radiaciones responsables de las quemaduras solares, las llamadas UVB y ¿Qué pasa con las UVA?. Las radiaciones UVA son las responsables del fotoenvejecimiento y las alergias solares. Se dan durante todo el año y ni las nubes, ni los cristales las frenan, e aquí el motivo de que insistamos una y otra vez en la importancia de emplear protector solar a diario. Sin embargo, no todos los protectores solares nos protegen (valga la redundancia) frente a este tipo de radiaciones. Para ello deben aparecer las siglas UVA al lado del SPF y su correspondiente numerito. El  nivel de protección frente a las UVA puede aparecer (aunque no es obligatorio) indicado como:  PA+ (baja protección), PA++ (protección media), PA+++ (protección alta), PA++++ (protección muy alta). También podemos encontrar el símbolo “λc: 370 nm” el cual indica protección de amplio espectro frente a UVA y UVB. Estos serían los requisitos mínimos e indispensables de un buen fotoprotector, pero existe el nivel “high class” o avanzado, aquellos que también nos protegen frente a las radiaciones infrarrojas y la luz visible.

La mayor parte de la radiación que nos llega desde el sol forma parte de la radiación infrarroja. Estas radiaciones, a pesar de tener un escaso poder de penetración en la piel,  reducen la formación de colágeno y generan radicales libres, lo que se traduce en mayor estrés oxidativo y por consiguiente en una aceleración del envejecimiento de la piel. Por otro lado, la luz visible, dentro de la cual encontramos la luz azul, (emitida por pantallas, como ordenadores o dispositivos móviles) también aumenta el estrés oxidativo y provoca cambios en los fibroblastos induciendo la aparición de arrugas e hiperpigmentaciones.  Las siglas IR-A indican protección frente a radiación infrarroja y HEVL frente a luz visible. Además, muchos fotoprotectores también contienen antioxidantes, precisamente con el objetivo de contrarrestar este aumento en la producción de radicales libres o estrés oxidativo. Para resumir, si un fotoprotector proporciona protección frente a radiaciones UVA, UVB, infrarrojas y luz visible, y además, contiene antioxidantes, es, perdonadme la expresión, la “repera”.

Por último y no menos importante, debes elegir una  textura adecuada para tu tipo de piel.

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